Si entendemos el Patrimonio en un sentido amplio no sólo limitado al arquitectónico y monumental sino como suma de valores y recursos, es evidente que el Río Segura constituye un activo fundamental de Archena. Representa el agua que ha permitido los asentamientos humanos desde hace milenios y ha proporcionado al Valle de Ricote su singularidad y los contrastes de su paisaje entre los vergeles de los regadíos y el desierto de los secanos y de las calizas montañas colindantes.

El río baja relativamente caudaloso hasta el embalse de Ojós, que regula las aguas del Trasvase Tajo-Segura aprovechando el estrechamiento del Solvente, que corresponde a la vertiente oriental de la Sierra de Ricote. Las pequeñas huertas de Ulea y Villanueva se prolongan hasta los Baños de Archena. A partir de aquí se ensancha cada vez más el valle y se suceden las huertas de la Algaida, Lorquí, Ceutí, Alguazas, Las Torres de Cotillas y Molina de Segura. Es el sector tradicionalmente llamado Vega Alta, en la que el perfil del río se ve roto por escalonamientos que se corresponden con estrechamientos y que llega hasta el Azud de la Contraparada, (obra realizada por los romanos) donde se inicia la Vega Media.

Está suficientemente demostrado que Archena constituyó un enclave de importancia en época romana, muy probablemente con la categoría de municipio y que, estaba incluida en la importante red de calzadas romanas. Concretamente la que partía desde Cartagena quedaba en la margen derecha del río Segura (el Thader romano), por lo que cabe pensar de la existencia de un puente para poder cruzar a las Termas y a todas las villas que se encontraban en sus proximidades. Hasta ahora no se han encontrado restos de este hipotético puente.

Pero la cultura que ha conformado la esencia de todo el Valle de Ricote ha sido, sin duda, la musulmana. Incluso en la actualidad es bien evidente para cualquier visitante que han sido los moriscos los que han configurado el paisaje actual de la vega. La Vega había estado abundantemente poblada, si bien de forma dispersa hasta el siglo XIII. Tras la conquista castellana y las frecuentes escaramuzas bélicas propias de un reino de frontera, la población se redujo considerablemente hasta el siglo XV. La escasa población, mudéjar en su totalidad, con la que contaba Archena en el siglo XIV, trabajaba el esparto y el lino y lo ponía a cocer en el río con lo que provocaba las protestas del concejo de Murcia, cuyos vecinos debían beber el agua que bajaba sucia. Ya en aquella época las acequias eran mantenidas y conservadas con esmero. Al menos desde 1377 estaba en funcionamiento la acequia mayor de Alguazas (que nace en el término de Archena) mientras que en 1415 tenemos noticias de una restauración de la acequia mayor o principal de Archena, que nace en Villanueva, con la que se regaban las tierras situadas a la derecha del río.

A lo largo del siglo XV se realizó una importante obra civil, el acueducto de la Rambla, situado entre los términos municipales de Archena y Ulea. En 1628 se acometió otra obra de gran importancia: el cambio de curso de la acequia principal. El agua de la acequia discurría por los montes de El Balneario (Cabezo del Ciervo) hasta lo que hoy conocemos como La Cerca, a través de canales de madera. Este sistema suponía una gran pérdida de agua y transportaba poco caudal para el terreno que hacía falta regar, por ello se decidió construir la mina (túnel profundo) que desde el pozo de La Morra hasta La Cerca (entre el monte del Castillo y el Ope) se encuentre de nuevo con la acequia; es una auténtica obra de ingeniería, digna de ser visitada. En este siglo ya existía un Heredamiento que efectuaba a través del concejo repartimientos a los hacendados en función del número de tahúllas que poseían.

Las acequias de Archena contaban en su discurrir por el término municipal con numerosas norias y otros artilugios para la elevación de agua, que en el siglo XVIII poblaban la huerta. Las cinco que han llegado hasta nosotros son de fábrica posterior; inicialmente se construían con madera de pino embreada para impermeabilizar sus cangilones y preservar su estructura de la putrefacción. Posteriormente, a finales del S. XIX fueron incorporando el hierro a su estructura. Algunas norias, para aprovechar el agua al máximo, incorporaban unos muros de obra con los que evitaban que el viento llevara sacara el líquido fuera del canal de desagüe. A las norias con las que aún cuenta Archena les fue incoado expediente como Bienes de Interés Cultural en 1982 y han sido recientemente restauradas.

No podemos abandonar el río sin mencionar la barca que durante siglos sirvió para atravesarlo y cuyo muelle se encontraba muy cerca del puente actual. Constituía el bien de propios más importante con que contaba el concejo, por lo lucrativo de su arrendamiento anual. Con frecuencia quedaba fuera de servicio por las crecidas del río, con lo que el común de esta villa sufría imponderables perjuicios por no poder pasar al otro lado así para el tráfico como para el correo y cultivo de las haciendas que en el otro lado tienen .

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30600 Archena, Murcia, España